Abrimos el año de la peor forma posible, con un nuevo atentado contra la Zona Arqueológica Pintia (ZAP), recordemos Bien de Interés Cultural desde 1993. En esta ocasión, se trata de una zanja (otra más, cuánto picador desaprensivo suelto), realizada los pasados días 11 y 12, que ha venido a partir en dos el poblado de Las Quintanas. La destrucción ha sido realizada a conciencia: 1,40 m de profundidad x 0,5 m de ancho x 230 m lineales. Oiga, que las rejas del arado no pueden bajar en la ZAP más allá de 30 cm para no afectar a los niveles arqueológicos. Ya, pero yo no sabía... O sí y te dio igual, necio. El estrago se traduce en unos 1200 m³ cúbicos de terreno afectados, donde el patrimonio arqueológico ya ha sido alterado y carece por tanto de un contexto específico que permita su correcta interpretación. El volumen de información destruida supera en un tercio al volumen de excavaciones con metodología arqueológica (900 m³) realizado a lo largo de doce años de investigaciones en Las Quintanas, en la zanja de excavación situada a tan sólo 120 m del expolio realizado. Ya dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Triste, muy triste. ¿Terminarán estas agresiones algún día? Mientras, nosotros reconstruyendo en 3D la vieja ciudad de Pintia (paradojas de la vida) y cada día más sorprendidos de la riqueza patrimonial que atesora. Por cierto, un año más (y van... todos) el Ayuntamiento de Peñafiel aprueba sus presupuestos de espaldas a Pintia.
Parcelario del SIGPAC, en el que se indica la zanja ejecutada entre el arroyo de la Vega y el camino de Las Quintanas
La zanja rompe, como puede apreciarse en la reconstrucción virtual, la muralla en la barriada sudoccidental de la ciudad de Pintia