El pasado 29 de enero la parcela 59 del polígono 502, una de las tres que integra la necrópolis de Las Ruedas y una de las dos que todavía es de propiedad privada, fue nuevamente arada, tras diez años en situación de barbecho dada la ínfima calidad del terreno para su aprovechamiento agrícola.
Aparentemente, la arada fue realizada con discos, por lo que la profundidad removida no superó los treinta centímetros autorizados por la ley, aunque en algunos puntos, sin duda de forma involuntaria, se alcanzaron los cuarenta y cinco centímetros.
Aunque los depósitos arqueológicos se sitúan en esta parcela a partir del medio metro de profundidad, la remoción de las capas más superficiales sí afecta al sustrato arqueológico oculto, ya que la misma composición del terreno, con gravas de diversos tamaños, fuerza que los materiales más pesados vayan descendiendo y de esta forma presionen sobre los frágiles ajuares cerámicos de las tumbas.
La titularidad privada de la parcela hace que en estos momentos se ignore de qué forma esta nueva intervención ha afectado a los materiales arqueológicos prerromanos, aunque se observan distintos restos cerámicos en superficie como consecuencia directa de las graves alteraciones sufridas en los últimos años, así como diversos fragmentos de estelas mutiladas por el arado.
Desde el CEVFW, una vez más, instamos a la Junta de Castilla y León, tenente en exclusiva de la competencia sobre el patrimonio arqueológico en nuestra comunidad por delegación del Estado, a que inicie los expedientes de expropiación de estas parcelas para evitar la destrucción del rico patrimonio que albergan. Desde hace más de treinta años se conoce exactamente la extensión y límites de la necrópolis vaccea, por lo que no cabe en ningún caso hablar de desconocimiento y sí de desidia y negligencia. Y desde hace más de treinta años el expolio de los furtivos y las aradas, legales e ilegales, se reproducen de forma regular ante la pasividad de nuestras autoridades culturales.
Conviene recordar en este momento el literal del artículo 4 del Estatuto de Autonomía de Castilla y León: «La lengua castellana y el patrimonio histórico, artístico y natural son valores esenciales para la identidad de la Comunidad de Castilla y León y serán objeto de especial protección y apoyo, para lo que se fomentará la creación de entidades que atiendan a dicho fin.»
Además, todo ser civilizado es consciente de la inconveniencia de hacer jirones, con el uso del arado, la memoria de los muertos: vita enim mortuorum in memoria posita est vivorum (Cicerón, Filípicas, 9:5). Los cementerios son espacios de recuerdo y de respeto, no de explotación agrícola improductiva. Si en vez de tratarse de un camposanto vacceo, pueblo del que ya apenas queda memoria, estuviéramos hablando de una necrópolis medieval (musulmana o cristiana), por ejemplo, la indignación de unos u otros ya habría permeado a la opinión pública.
Mientras desde el CEVFW, la Asociación Cultural Pintia y los grupos de voluntarios luchamos durante todo el año para conseguir la conservación, difusión e investigación de la ciudad vaccea de Pintia, además de poner en valor el entorno de la misma, la Junta de Castilla y León no cumple con su obligación de proteger este yacimiento, único por su contenido y grado de conservación. Somos conscientes del ingente patrimonio que alberga nuestra comunidad y de los menguados recursos que se dedican a la protección de su patrimonio, pero no podemos asistir impasibles a la destrucción de una parte del mismo sin, al menos, mostrar nuestra indignación.