El año 2024 ha sido un año complejo. Comenzó realmente mal, en la fría mañana del 12 de enero dos máquinas diseccionaban la ciudad de Las Quintanas y sus arrabales para enterrar una tubería de regadío, a 1,5 m de profundidad. La zanja ilegal, según se intuía a través de las ortofotos y se pudo confirmar tras el peritaje realizado entre junio y septiembre, rompía la muralla, la rampa y la calle perimetral anexas, así como dos manzanas completas de casas con sus correspondientes viales.
La respuesta de la administración autonómica fue como nunca antes se había visto, personándose el consejero de Cultura y Turismo, Gonzalo Santonja, y su director general de Patrimonio Cultural, Juan Carlos Prieto, en el Centro de Estudios Vacceos de Padilla de Duero, para ofrecer una rueda de prensa en la que se condenaban tajantemente los hechos ocurridos y se anunciaba la personación en la acusación por parte de la administración autonómica. El alcalde de Peñafiel asistió, más por obligación que por devoción, pero tan siquiera expresó su repulsa a los hechos ocurridos. Por cierto, al cierre de este editorial, seguimos esperando la visita del equipo de la Consejería para conocer el yacimiento.
Casi paralelamente, el 24 de enero, se inauguraba en el Museo de la Universidad de Valladolid (MUVa), la exposición «Pintia. Joyas de vidrio para la eternidad», con gran éxito de público y de crítica, como se suele decir en estas ocasiones, cuando, además, como es el caso, coincide con la verdad. Se ofrecía entonces a la ciudadanía los resultados de un proyecto de investigación sobre la impresionante colección de vidrios prerromanos de Pintia, desarrollado durante los tres últimos años y que ha dado pie a otro nuevo proyecto, ampliando el marco de atención a toda la península ibérica, hasta 2026.
Cara y cruz de un Bien de Interés Cultural. Esta situación nos ha llevado a invertir una parte importante del presupuesto anual del Proyecto Pintia y de nuestro tiempo, en renovar la señalética del yacimiento y en implementar nuevas medidas de presencia (murales, 3D, demarcación de la Zona Arqueológica, etc.), de las que damos cumplida información en la sección de Noticiario Vacceo de este número.
Esta dispersión de esfuerzos no ha impedido que el CEVFW en estrecha colaboración con el grupo de investigación AHMat hayan podido obtener una abundante cosecha de artículos en revistas destacadas o en congresos diversos, con más de una veintena de aportaciones, lo que constituye un avance significativo en el conocimiento de la Zona Arqueológica Pintia.
La Diputación Provincial de Valladolid ha renovado, un año más (y ya son seis) sus apoyos a la Asociación Cultural Pintia, en esta ocasión con el objeto de implementar una escultura de acero corten en la necrópolis de Las Ruedas y de iluminar los accesos a la misma y a sus estelas pétreas.
Seguimos echando de menos al Ayuntamiento de Peñafiel. La importancia de las instituciones locales es clave en el desarrollo de los yacimientos arqueológicos, bienes no deslocalizables que pueden y deben aportar mucho al crecimiento cultural, social y económico de la comarca. Así de claro quedó en el curso de verano organizado por el CEVFW, titulado «Arqueología y municipalidad. Ayuntamientos que invierten en su patrimonio arqueológico», en el que diversas experiencias exitosas fueron presentadas. Pese a ser invitados por quien esto suscribe, ningún miembro del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Peñafiel manifestó interés alguno por estas conferencias. En el trinomio turístico de Gastronomía, Bodegas y Cultura, parecería que la administración local tuviera algo que hacer y decir en el tercero de los elementos, más allá de bailar el chúndara o correr los toros. Siempre se ha dicho que “de donde no hay no se puede sacar” y este es el verdadero drama. Un drama que, en cualquier caso, forja voluntades en esta tierra de nadie… o de unos pocos.
Así, encaramos, un año más, el reto de avanzar en la protección y el conocimiento de este bien patrimonial estratégico que es la Zona Arqueológica Pintia, sin aspavientos, sin noticias de hallazgos recalentados, leales a quienes nos ayudan a promocionar sus valores, severos con quienes anteponen sus intereses personales a los de todos. Perseverar, no decaer, mantener el ánimo… aun sabiendo que todo es fútil, y que «no hay camino, sino estelas en la mar».