Candelabro
de Miguel Hernández
40 x25 x18 cm; hierro, piedra y cristal.
La vida de un hombre carece de sentido si no va unida a la de sus antepasados. No se puede entender a un ser humano si se obvia su historia. Un pueblo no es nada si desconoce lo que antes ha sido. Y la cuenca del Duero-Douro hoy todavía trae a la memoria el tacto del barro, el olor del vino y el sabor del cereal que erigió a los vacceos como una de las civilizaciones más avanzadas de su tiempo. A ellos les debemos hasta el tallaje de un pasaje cuyos verdes, amarillos y marrones le convierten en una de las vistas más espectaculares del mundo. (María Hernández Herrarte)