Los testimonios escritos referidos al pueblo vacceo están en relación fundamentalmente con el proceso de conquista romana y son ellos, en unión del cambiante registro arqueológico, los que testimonian el inicio de una nueva etapa en la historia del valle medio del Duero.
Sin intención de ser exhaustivos en la relación de hitos que acotan dicho proceso, señalaremos los referidos a Lúculo del 151 a. C., quien, sirviéndose de engaños y haciendo gala de un cruel pragmatismo, pasó a cuchillo a los caucenses para más tarde dirigirse contra Intercatia (aquí los honores, sin embargo, se los llevaría en buena liza Escipión, al derrotar en duelo singular a su "rey", circunstancia que nos remite una vez más, según se indicó previamente, a la ética agonística céltica) y Pallantia.
Sobre esta última ciudad, Lépido y Bruto, en los años 137-136 a. C. dirigieron campañas sin éxito, antes bien sufrieron cuantiosas pérdidas y hubieron de huir precipitadamente. Como tampoco los referidos ataques de Escipión sobre los campos vacceos en el 134 a. C., sin más objeto que cortar el suministro de cereales a los numantinos sitiados, representaron sometimiento del territorio vacceo. Únicamente su sector meridional puede considerarse pacificado y bajo la esfera romana a partir de la campaña de Didio en el 97 a. C.
Ni los diferentes episodios de la contienda entre Sertorio y Pompeyo del 74 a. C., ni la posterior revuelta sofocada por Metelo en el 56 a. C. desembocaron en la absorción del pueblo vacceo a la esfera romana. La campaña de Estatilio Tauro durante el 29 a. C. a lo largo de los valles del Duero y del Pisuerga inicia, finalmente, el proceso de asimilación efectiva del territorio vacceo. Dos años después caerá, a manos de Apuleyo, Intercatia; y en el 25 a. C., junto con los astures caerá, a manos de Carisio, Lancia, el último bastión.