Un centenar de inhumaciones visigodas han sido recuperadas en los límites de una trinchera de apenas unos quinientos metros cuadrados abierta en una parcela aislada de la ciudad de Las Quintanas.
Aunque los ajuares funerarios no son muy abundantes, los estudios bioantropológicos han permitido obtener datos interesantes sobre las poblaciones pintianas altomedievales, así como recuperar gestos y emociones de los que destacaremos aquel correspondiente a una madre seguramente muerta a consecuencia del parto, cuyo neonato fue dispuesto en la tumba entre su cadera y su brazo derecho.
O el de aquella muerte sincrónica de una pareja de niños cuyos cuerpos fueron inhumados en la misma fosa, con sus rostros enfrentados, como mirándose para la eternidad; precisamente de este conjunto procede una hermosa placa de bronce.
Los conjuntos exhumados se encuentran en la actualidad en proceso de descripción e investigación.