El cementerio de la Pintia vacceo-romana, la necrópolis de Las Ruedas, se sitúa a unos trescientos metros al sur de Las Quintanas, separado de ésta por el arroyo de La Vega. Este espacio sepulcral, de unas seis hectáreas de extensión, fue objeto de uso ordenado y continuado a lo largo de más de medio milenio, entre el final del siglo V a. C. y el inicio del II d. C.
El espacio de este cementerio parece delinear una suerte de triángulo en el que dos de sus lados vienen marcados por el trazado natural del arroyo de La Vega, que dibuja un ángulo recto en esta zona, y el tercero se corresponde con una larga trinchera artificial excavada en su límite meridional.
En el transcurso de estos cinco siglos el ritual fúnebre practicado fue fundamentalmente el de la incineración, procediéndose a la cremación del cadáver ataviado con los elementos propios de su condición social.
Un poco más al sur de Los Hoyos, frente a la necrópolis de Las Ruedas y separada de ella por el cauce del arroyo de la Vega, el análisis de las fotografías aéreas ha posibilitado la identificación de una estructura, para la cual, no obstante, resulta especialmente complicado dar una explicación definitiva.
Se identifica como un área cuadrangular, de unos setenta metros de lado, cuyos laterales se definen por lo que debe interpretarse como una estructura en negativo o excavada, de coloración verde oscura en el sembrado, duplicada al exterior por otra de crecimiento más ralo y color más apagado, que podría asimilarse a las gravas extraídas y amontonadas.
La escasa presencia de materiales en superficie dificulta enormemente su precisa interpretación, pero, si tenemos en cuenta su vecindad con la necrópolis y a modo de hipótesis, cabría proponer su correspondencia con un santuario similar a los constatados en otros contextos europeos; no obstante, esta posibilidad exigirá para su confirmación nuevas excavaciones en este lugar preciso.
Se localiza a unos dos kilómetros al sur del yacimiento, en una elevación aislada, en cuya plataforma culminante, de no más de cien metros por unos veinte, se puede observar todavía en su extremo occidental un frente de la cantera. Aquí se extraerían las lanchas de piedra caliza para la señalización de las tumbas o para la fábrica de la ermita cuyos restos aún se vislumbran en un arruinado paredón.